Como bien escribía José Luis Martín Prieto en estas páginas en reciente y premonitorio homenaje, «José Luis Messía, marqués de Busianos, embajador de España, es uno de esos personajes que te reconcilian con la aristocracia y la diplomacia». El embajador de España jubilado, que contribuyó directa y decisivamente en la entrada de nuestro país en el Consejo de Europa apenas dos años después de la muerte de Franco, acaba de fallecer a los 77 años.
Martín Prieto escribía, tres días antes de la muerte del marqués de Busianos: «Este europeísta de las primeras hornadas es de los que no han tenido tiempo para pasear su título de nobleza ni vivir vanamente de sus, sospecho, menguadas rentas. Pero siendo un desconocido para los consumidores de famas vacuas, es un emblemático representante de la menguada alta sociedad que nos queda, cautiva y desarmada por el arrasamiento de la prensa rosa. Y de los diplomáticos tuvimos, hasta no hace mucho, casi peor concepto que de los ennoblecidos desde la cuna, teniéndoles por pisaverdes de salón. El cuerpo diplomático fue indolentemente antifranquista por desprecio intelectual hacia aquel agarbancimiento espeso y cutre, y ahí estaba Messía en Estrasburgo, que llegó a ser su feudo, vendiendo España cuando nadie quería recibir a un representante de Madrid».
Martín Prieto estaba describiendo con precisión a uno de los personajes más queridos y respetados de la carrera diplomática española, no tan carente de profesionales de genuina talla como se le suele achacar retóricamente, pero que tampoco ha contado con demasiados de la talla de José Luis Messía, que combinaba de forma inhabitual la competencia y la bondad.
Diplomático desde 1945, desempeñó varios cargos relacionados con el mundo de la cultura -como los de director general de Relaciones Culturales y secretario general del Instituto de Cultura Hispánica-, además de ostentar el número dos en la representación de España ante la ONU.
Ya en 1976 ocupó la representación en Estrasburgo, donde negoció con éxito una adhesión al Consejo de Europa que estaba muy poco clara porque, en 1977, muchos tenían aún grandes dudas sobre la seriedad de la transición democrática española. José Luis Messía logró, casi por sí solo, vencer esos reparos. Gran gourmet -era miembro de la Academia Española de Gastronomía-, gran enamorado de la capital alsaciana, conservaría siempre en ella un pequeño apartamento. Su último cargo antes de su jubilación fue el de embajador de España en Argentina. Poco después recibía el premio Joseph Bech al Mérito Europeo, en Luxemburgo. Y, también después de su jubilación, se casó con Eva, su discreto amor sueco desde muchos años antes.
José Luis Messía, marqués de Bussianos, nació el 21 de noviembre de 1920 en Baños de la Encina (Jaén) y falleció el 24 de noviembre de 1997 en Madrid.
MARTIN PRIETO
José Luis Messía embajador de España.- Entre diplomáticos y periodistas suele ser mutua la desconfianza porque han de entenderse muy distintas profesiones contrapuestas, aunque al final acaban confluyendo: el oficio del tacto y la discreción y el del osado desenfado y la revelación de los secretos. Perros y gatos. Yo al menos he tenido mucha suerte con nuestros diplomáticos y, excepto algunos descerebrados que en todo menester has de encontrar, siempre hallé no ya el servicio al Estado que se les imbuye sino atención personal y profesional al español que deambula por el mundo. Paradigma de lo mejor que produce nuestra Escuela Diplomática es el marqués de Busianos, José Luis Messía, hombre que combina el mayor refinamiento con el coraje físico y moral, embajador de España, no sólo por haberlo sido sino por haberse ganado el grado en su escalafón. Palabra de honor, es un relato de José Luis Messía donde nos cuenta quince años de esforzado trabajo en Estrasburgo, poniendo una de las primeras piedras de una España europeísta. De no mediar tanto olvido y mezquindad, el embajador Messía habría sido invitado de honor español en la Eurocumbre de Madrid.
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